dibujos en el agua

jueves

 

Cerda Caminata

Aquellas veces no habían representado mayor problema regresar a casa con esos cuatro o cinco acompañantes, que aunque no hablaban con él, ni compartían nada con él, pensaba que caminando con ellos debía verse desde lejos, quizás de muy lejos, normal. Igual a una persona normal, como se les ha llamado siempre, sin embargo, pues su historia siempre había estado marcada por una lluvia de sin embargos, esa tarde, su estomago y esa rara forma de digerirlo todo, habían comenzado a tramar en su contra una sensación asquerosa. Y ya no era solo una sospechosa masa de aire, ni de eructos internos sino la peor de sus experiencias. A pesar de que trataba de mantenerse atento a la escasa conversación, se venían en forma de azulejos de baño, las imágenes de esa vez que se orinó camino a casa, hace muchos años atrás, cuando todavía dejaba a un lado el ajo de la sopa o esquivaba el ají en sus panes, así que esto debía ser solo una sensación pasajera. Atravesar la plaza central marcaba la mitad del camino a casa, así que si la sensación gástrica iba recién en la mitad de su intensidad, según sacaba sus cuentas, la cantidad de calles era la justa para llegar a la taza de su baño. Sin embargo, otra vez, en menos de una cuadra la sensación de defecar fue aumentada hasta el momento en que ya no se puede abandonar la presión ejercida por ambos glúteos. Todo fue en vano y sintió la amenazadora “punta de iceberg” emergiendo desde sus interiores, habría llorado, habría escrito cien veces, no debo beber agua fría recién comido, pero la primera porción de mierda se dejó vaciar suavemente, a lo que acompañó una seguida agua viscosa y extrañamente suave, quizás alcanzaría a generar una segunda barrera en sus calzoncillos, lo solido que ya tenía esa masa se detuvo, pero ese licor pestilente comenzó a calar lentamente en la trama de hilos, la chaqueta de su uniforme le tapaba toda la escena, así que estaba al menos desde afuera de incógnito. Alguien notó el olor de la mierda y el solo hizo el comentario de que parecía haber pisado y que no era gran cosa. Mentir siempre había sido lo suyo. No tenía caso ya, la masa de excremento había vencido la barrera “natural” y bajaba por su pierna izquierda más rápidamente que por la derecha, la sensación caliente y blanda lo venció y su resto de ego se derritió para licuarse junto a esa baba que se venía a sus zapatos desde lo alto.
De sí mismo no quedaba nada, cuando se separó de su último acompañante, él era la mínima expresión de un hombre, abrasado por la mierda empapadora y los quejidos gástricos que para él, ya no tenían importancia. Cruzar la entrada a casa y pasar frente a su madre, no lo liberó de llenar todas las habitaciones con esa nube de gas que le seguía y que marcó ese día como inolvidable. Los zapatos se llenaron de agua, solo el chaquetín fue dejado de lado bajo la ducha, bañarse con ropa era una arte desconocido para él, sin embargo la sensación de liberarse de la mierda parecía que siempre lo acompañaría, así degradado al estadio de una babosa, solo se limitó a gruñir durante las dos horas que le esperaban bajo el chorro de agua.

Comments:
Confundido por la foto, lo leí como si la narración fuera sobre un niño. Error grande el de creer en la foto, o que el autor nos debría decir a que se refiere su texto. Luego, me pareció que casi cualquier edad le era posible, aunque siempre com la mínima expresión de un hombre.
 
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