dibujos en el agua

sábado

 

Negro Albóndiga


Un perro duerme en forma de círculo. La calle cuando cae asfaltadamente hacia el puerto, que la espera con el muelle y llovizna de noche y los focos del alumbrado público goteando y la luz ilumina la malla de gotillas que se cae en secuencias de arcos; es una línea negra o de un azul llamado pruzia. Primer cuadro: Nuestro cardenal de venecia esta sentado a su plato de alas con mostaza, envuelto en seda púrpura y babuchas de marruecos, regalo de su padrino comerciante. Con el parpadeo después de retorcer la espalda para sacarse el sueño, el perro negro, apolillado de polilla solitaria, de esas que comen todo lo que se encuentre abandonado; mira esta calle y duda que al final de ella encuentre algo de comida, en noches como esta, las púas de las gaviotas acaban con todo lo que fuera alimento y también con lo que no sirva. Segundo cuadro: Nuestro general de la caballería blindada, muerde con los ojos cerrados y su larga nariz arrugada, su porción de albóndigas con sepia. Mira calle arriba, con las bolas de gelatina que todos los perros tiene, sabe que después de ese monte donde parece acabar la calle, está ubicada la corrida de bares, caen pedazos de pescado ahumado a veces, aunque es tan tarde y la esquelitilla le avisa la dirección donde reina la suerte. Tercer cuadro: Nuestros estandartes políticos de turno cenan con niñas relajadas su gran bandejín de albóndigas a la hierbabuena. Al parecer esta noche, ninguna de las direcciones posibles tiene algo comestible. La lluvia tragada por el mar, no endulza el agua, ni licúa las espirales de aceite. Cuarto cuadro y final: La santa reina de la colectividad de buenas obras públicas que a esta hora se lava las piernas en agua caliente, ya paladea el aroma de su plato de albóndigas al yoghurt, que su gran nana le prepara. La lengua abraza sus quijadas en forma de un viejo reflejo, donde se encuentra esta seco, no esta mojado por la lluvia, todos estos sacos están secos. Las agujas de las vértebras empujan su cuero negro que ha ido perdiendo la peluca negra, gira sobre sí mismo un par de veces y se enrolla en ese centro, la nariz entra en receso entre su paleta pierna y la cola, una última mirada a las tramas de gotas que arman arcos en el aire, un empujón de aire por las narices y se entrega, abandonado a continuar el sueño en la parte en que lo había dejado. Negro albóndiga, estás tan flaco que nunca llegarás a estandarte político, no ascenderás a general, duerme en tu tornillo a ti mismo y sujeta tu gelatina a tus huesos, hoy no lloverá más y la calle bajará llena de gente. Duerme en forma de circulo, duerme.


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