dibujos en el agua

miércoles

 

Postal


Hay que situar primero la línea del horizonte como la primera diferencia con ese gran plano del cielo, que a esta hora tiene en su parte más baja un azulino muy claro, al borde del blanco y a medida que asciende va tornándose más azul, desde un cerúleo deslavado a un ultramar intenso que solo se puede obtener al levantar la cabeza completamente. Luego está la tensión que genera la cadena de mesetas y planicies que están bajo esa línea horizontal, también consigue una gran variedad de pasajes y colores, que a medida que se acercan a nuestros zapatos va consiguiendo los colores que cada objeto debería tener, ya que una montaña como esa a esta distancia se ve rosa y violeta, algo muy raro para una cadena de roca y hielo. Los cordones cercanos obtienen pasajes de colores tierra y la textura de sus bordes se hace más evidente, bosques y grupos de árboles en medio de una mesa plana y verde ceniciento. El calor de esta hora le agrega una capa de movimiento a lo que se mira, una densa e impenetrable masa de aire caliente que distorsiona todo lo que se alcanza a ver. Todo esta quieto y ensartado al suelo, la ramazón de espinos no oscila en ningún punto, así que el viento ha desaparecido totalmente, el aire caliente tiene ese olor a hojas y pasto reseco, que aunque verde y brillante, tiene olor a secano. Las marcas de arena amarilla más cercanas, en forma de árbol estirado en el suelo, es lo que queda de lo que era un río y los peces que allí vivían de seguro se han enterrado en las piedras y grietas de la greda, o se han transformado en sapos que duermen también allí bajo ese surco duro y seco. Para obtener una vista así es que estamos a la altura de esas mesas que se aprecian en el horizonte. Todo esto es casi abstracto, el abandono y la libertad del paisaje es una cortina de terror que lo abraza todo. Hasta esos puntos negros que de seguro son golondrinas, o algún tipo de ave generan una distancia inabarcable. Y la escala a la que está echo esto contempla un metraje imposible de calcular. Solo esos tres puntos que se mueven apenas allá abajo en las matas de sauce, le devuelven a esto una referencia que nos hace entregarnos a la idea de que todo estará interpretado para siempre. Esos tres puntos, no más grandes que el cristal de un grano de azúcar , vistos desde acá, del grosor de la mancha de un punto de grafito. Que al parecer están comiendo algo, un melón de agua quizás, al que le arrancan los pedazos con la boca. Y ell resto del paisaje es ya menos inquietante, un grupo de perros los acompañan y las lanzas de madera echadas en el suelo. Desde acá las espaldas brillantes y vestidas con manchas de colores, no pierden la curvatura que tienen los cazadores de canguros. Ya la caverna del cielo y las garras del bosque lejano se han vuelto paisaje de imágenes. Un telón de fondo quieto y acalorado, que espera para ser recorrido y marcado. Con una línea de fogatas nocturnas y canciones de hermanos, una colección de serpientes con alas e hipnotizados bailes centrípetos.

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