dibujos en el agua

jueves

 

Profundis

De ese corazón. De ese casco o de esa cabeza, echa con la caja de cartón, a la que le sacabas los espacios, en formas de cuadrados, a manera de ojos, para ver y que le agregaste, a veces, tiras del mismo cartón con forma de orejas y hasta de dientes, y corrías por la galería persiguiendo el mismo eco del sonido de tu voz de zumbido dentro de esa caja, de esa cabeza rectangular de papel crudo de panadería, de ese casquete con olor a caramelo de pan, de esa extraña luz que venía de todos lados a través del caramelo de papel caramelo. Caramelo de corazón. De tus barcos hechos con la cuchara y el tenedor, en la mesa de todos los días, de esos campos de batalla, entre las migas y las cabezas de las hormigas que rodaban para todas parte. De las casas de ellas, cubos de azúcar. Corazón. De la hélice tallada en el palo sobrante, del cajón de manzanas, del clavo y la rota de papel, que la unían al trozo del palo de escoba, corazón de palo, de verla girar con las resopladas de tu misma boca o las carreras por el espinazo de un patio solitario y campana, corazón, de todos esos vuelos de reconocimiento y de la sangre de naríz, de espaldas y el fondo ultramar de la cortina de cielo como techo. De los guantes de box echas de calcetas, y esas peleas con la sombra de tu esqueleto, corazón, de las trazas de tiza en el murallón crudo de cemento, de esas cabezas de loro, dibujadas con el tibio estilo de mordedura de lengua, corazón de tiza, de todos esos tambores, trompetas y flores en la bruma de vapor de tus ventanas, de esas perdidas miradas en el entramado del cielo raso, corazón mío, de estas heridas que se agrietaron en marcas de sangre dura, en las rodillas del ladrón de ciruelas y de tarras de leche condensada, de besos en tu propia mano y marcas de dientes en el borde de la mesa, de las sillas de pasto, de las colonias de flores y galletas de barro negro, de las navegatas en el pato de plástico y submarinos de jabón, de todo eso, corazón, de aquello que el jugo del juego te dio bebida, para salvarte de ti mismo, de aquello de lo que están fabricadas las largas sombras y las explosiones en tu caja de cabeza, cabeza de caja; la sangre de los vencidos en miniatura; de esa sangre y de esos besos; es que se alimentan, dia a dia, las profundas cavernas que tienes. Corazón de tiza. Caramelo de corazón.

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