dibujos en el agua

sábado

 



Laika

Conseguiste un pasaje de por vida en el espacio. En el espacio que queda entre las tantas partes que tiene un cubo que es esto del cielo. Tu carro ya no necesitará probablemente combustible. La inercia es el mejor combustible del mundo. Y del cielo. Esperábamos que tu bala de acero inoxidable en la que ibas no hubiera sido disparada tan violentamente. Y esperamos que tu cubículo haya sido dotado con todo lo que se necesite para dejar la tierra por tanto tiempo. Laika querida, querida Laika. Odiado sputnik. Bésanos por las noches la frente. Lame de nuestras manos esta limpieza. No seas como esa perra que robaba cabezas de vacuno de las carnicerías y que no las compartía. En algún momento debes haberte quedado sin aire, sin forma de llamarnos o de volver a nuestro jardín trasero, donde comeríamos juntos alas de paloma y canastas de cuasar. Apostamos a que lloraste por largo tiempo, en forma de pequeños gemidos al principio y más tarde en secuencias de largos aullidos. Y que te desprendiste de tus correas. Para mirar por la ventanilla la costra de este planeta alejarse de tu alcance y nos llamabas rascando el marco redondo de esa ventanilla con tus largas uñas negras. Laika, te ofrecieron medallas, apostamos, una larga vida en el muro de los galácticos. Y solo conseguiste una piscina con tus propias bolas de estiércol. Una taza llena con tu orina verdosa. Los rayos magnéticos de señal que te enviaban para saber de ti, rebotaron todos contra la rajadura que dejaste en el cielo. Y que fue por donde se escapó todo el licor con el que podríamos habernos borrado mientras esta pelota cayera a pedazos. Ahora solo nos queda tragar saliva. Laika, perra. Perra maestra. Apostamos a que mordiste la palanca de control hasta romperla. Y diste un gran cabezazo al estrangularte con la cola. Perra. Tu esqueleto todavía emite rayos gamma y tus tetillas todavía entregan leche en forma de polvo lunar.

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