dibujos en el agua

viernes

 

Manzanas y naranjas

Los últimos peldaños de una escalera, que visita una o dos veces al mes, son siempre los más difíciles, ha recuperado el oficio de morderse las uñas, porque se puede hacer u oficio de esto, aún, a pesar de todo lo que ha logrado hacer, de todo aquello que no se debe hacer, aquella espada del arrepentimiento, vieja y gastada, pero con filo todavía, podía ser desenvainada en estos tres últimos peldaños. Escalera de madera nouveau, con peldaños todos desiguales que adquieren forma por los bordes del pasillo en caracol que va dando a la puerta de ingreso de todas las habitaciones de un hotelillo de madera con polilla y de esas laminas de zinc, en el techo, con figuras que traían antes de europa. El pasamanos tiene allá abajo en el primer piso un caracol donde comienza y otra vez en este sexto piso, aparece el otro caracol que remata el final de esta baranda brillante de sebo de mano. Antes había alfombra acá en la entrada, se mira los zapatos, de esa alfombra verde oliva intenso, se acomoda la tira de la cartera sobre el hombro, ahora solo quedan los hoyos en el suelo, traga saliva, toda la escalera ha quedado atrás, se toca los labios con los cuatros dedos, ampolleta de 45 watt. Habitación 18 indican los números, una taquicardia, es muy parecida a una arritmia, sin embargo, esto es distinto, es solo un pulso elevado. Comienza a girar la manilla, que parte horizontal, hacia abajo, se ha puesto los calzones que le gustan a María, la manilla esta tan helada, como opaca, se ha rasurado las axilas y ha estado casi una hora en la ducha pensando en todo esto. La manivela llega hasta el ángulo máximo que puede una manilla de puerta lograr, nunca volvió a perfumarse la entrepierna a maría le desagrada el sabor del perfume y prefiere el gusto de la carne, el clac del pestillo indica el comienzo de la apertura de la puerta, la que se ha vuelto gigante y el aire helado y el corazón tiene un gran latido, seguido por otro, y la saliva cortada en la boca. Cierra la puerta con la espalda y adentro esta especie de semi oscuridad o semi claridad son desconcertantes. Este cuarto es siempre elegido, porque es el único que tiene un balconete que da hacia la parte sur de la ciudad, la cama ha sido abierta y ordenada con mucha paciencia, una silla, una manzana sobre el pañolín bordado que tiene cada pieza de este edificio, algo así como una atención inmobiliaria, bordado a la antigua, con dibujos de florecillas y ramas, de árbol. María esta ya en el balconete y lleva la falda que le gusta a ella. Por que es tan ajustada y tan cómoda a la vez. Cuelga la cartera en la silla, agrega unas mandarinas junto a la manzana y sin la chaqueta, entra a través de las cortinas al balcón, María no interrumpe su revisión aérea de la ciudad, solo cruza su brazo por detrás de la cintura de ella y la acerca. La reja del balconete tiene también motivos florales.


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